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Superando el dolor a través de la oración

Había una familia en un pequeño pueblo llamado San Juan, compuesta por el matrimonio de David y Ana, y su hijo de seis años, Mateo. La familia era muy devota a Dios y asistía regularmente a la iglesia local.

Mateo había nacido con una enfermedad rara que lo mantenía débil y enfermizo. A pesar de todos los esfuerzos de sus padres y los médicos, la salud de Mateo se fue deteriorando con el tiempo. A medida que la enfermedad avanzaba, la familia se aferraba aún más a su fe y oraba fervientemente para que Dios sanara a su hijo.

Un día, mientras David y Ana estaban en la iglesia, recibieron una llamada de los médicos. Mateo había fallecido pacíficamente en su sueño durante la noche. La noticia dejó a la familia destrozada y con un profundo dolor en sus corazones.

Durante los siguientes días, la familia recibió el apoyo y consuelo de sus amigos y vecinos. Pero, a pesar de todo el amor y el apoyo, David y Ana se encontraban en un estado de profunda tristeza y dolor. Se preguntaban por qué Dios les había arrebatado a su hijo tan joven, y por qué no había respondido a sus oraciones.

Fue entonces cuando el pastor de la iglesia los visitó y les recordó las palabras del Salmo 34:18: "Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu". Les explicó que aunque la pérdida de Mateo era dolorosa y difícil de entender, Dios estaba con ellos en su dolor y sufrimiento.

Poco a poco, la familia comenzó a encontrar consuelo en la idea de que Mateo estaba ahora en un lugar mejor, sin dolor ni sufrimiento. David y Ana también se dieron cuenta de que su fe en Dios les estaba ayudando a superar su dolor y les estaba dando la fuerza para seguir adelante.

Con el tiempo, la familia comenzó a ver la muerte de Mateo como parte del plan de Dios para su vida y aceptaron que, aunque dolorosa, era la voluntad de Dios. La experiencia les enseñó a confiar en Dios incluso en los momentos más difíciles de la vida y a recordar que Dios siempre está con ellos, tanto en la alegría como en el dolor.

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Cómo la fe y la oración cambiaron a mi esposo.