La vida de oración de Jesús es un ejemplo poderoso de la conexión íntima que podemos tener con Dios a través de la oración. Desde su juventud, Jesús se dedicó a la oración y la comunión con su Padre Celestial.
Durante su ministerio terrenal, Jesús frecuentemente se retiraba a lugares solitarios para orar. En una ocasión, después de pasar toda la noche en oración, Jesús eligió a sus doce discípulos, quienes luego se convirtieron en los líderes de su iglesia.
En otro momento memorable, Jesús llevó a sus discípulos a un jardín llamado Getsemaní, donde oró en agonía mientras se preparaba para enfrentar la cruz. En esta oración, Jesús demostró su total sumisión a la voluntad de su Padre Celestial y su disposición a soportar cualquier sufrimiento para cumplir su plan redentor.
Incluso en el momento de su muerte en la cruz, Jesús continuó orando y demostrando su amor y devoción a su Padre. Su última oración en la cruz, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", es un ejemplo de su total confianza y entrega a Dios.
La vida de oración de Jesús nos enseña la importancia de buscar la presencia de Dios y su voluntad en todo momento. Su ejemplo nos inspira a hacer de la oración una prioridad en nuestras vidas y a confiar en Dios en todo momento, incluso en los momentos más difíciles.