Ser constante y disciplinado en la vida de oración puede requerir esfuerzo y práctica, pero aquí te proporciono algunos consejos para ayudarte a lograrlo:
Establece un horario diario para orar y haz que sea una prioridad. Trata de ser consistente en el momento del día en que oras, para crear un hábito.
Empieza con objetivos realistas y aumenta gradualmente la duración de tu tiempo de oración. Comienza con un par de minutos al día y aumenta el tiempo a medida que te sientas más cómodo.
Busca un lugar tranquilo y sin distracciones para orar. Evita el ruido, la televisión, el teléfono y otras distracciones que puedan interrumpir tu tiempo de oración.
Utiliza una guía o un plan de oración que te ayude a enfocarte en tus pensamientos y a conectarte con tu fe.
Encuentra un compañero de oración o un grupo de oración para recibir apoyo y motivación.
Celebra tus logros y trata de no desanimarte si te saltas un día. Recuerda que cada día es una nueva oportunidad para empezar de nuevo.
Recuerda que la oración no tiene que ser perfecta. No te preocupes demasiado por encontrar las palabras "correctas" para orar, simplemente habla con Dios desde tu corazón.
Trata de hacer de la oración un hábito diario, como cepillarte los dientes o hacer ejercicio. Cuanto más lo hagas, más fácil se volverá y más significativo será en tu vida.
Con práctica y perseverancia, puedes desarrollar una vida de oración constante y disciplinada que te permita conectarte más profundamente con tu fe y espiritualidad.