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Servir a un ingrato

Desearía sinceramente que la gratitud fuera una actitud más común en nuestro entorno.

Personalmente, me resulta difícil lidiar con aquellos que no parecen saber cómo mostrar agradecimiento. No me agrada cuando las personas olvidan los favores que les hacemos.

En más de una ocasión, mi relación con ciertas personas se ha visto afectada debido a su falta de gratitud hacia mí. Pienso en todas las veces que he brindado ayuda a los demás, pero cuando he necesitado apoyo, he encontrado muy poca reciprocidad.

Este escenario provoca una serie de emociones en mí, como la ira, el enojo y la frustración. Me hace cuestionar cómo algunas personas pueden ser tan insensibles y egoístas. Muchas preguntas rondan mi mente.

A menudo, nos sentimos heridos cuando no somos tratados de la manera correcta o de manera justa, ya que creemos que no merecemos ese trato, especialmente cuando siempre hemos estado disponibles para los demás. Como se menciona en la Biblia en Lucas 6:38, "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir".

Sin embargo, cuando reflexiono sobre mi relación con Dios, veo que también soy culpable de mostrar ingratitud hacia Él. A pesar de mi falta de perfección, Dios, en Su infinita misericordia, ha cuidado de mí y me ha bendecido mucho más de lo que merezco.

En múltiples ocasiones, he respondido a Su amor y cuidado con desobediencia y rebeldía. Esto es, sin lugar a dudas, un acto de ingratitud.

A veces, exigimos de los demás lo que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar. Como seguidores de Cristo, debemos seguir Su ejemplo de servicio y humildad. Jesús dijo en Mateo 20:28: "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir".

Debemos recordar que no siempre seremos recompensados por nuestros actos de bondad y servicio hacia los demás. La gratitud a menudo es escasa en el mundo actual. Sin embargo, debemos seguir amando y sirviendo, sabiendo que nuestra recompensa proviene de Dios.

Vivir de acuerdo con el Evangelio puede ser un desafío, pero para eso hemos sido llamados. Nuestra tarea es reflejar las virtudes de Jesús en nuestras vidas. Aunque servir a los ingratos puede ser difícil, contamos con el Espíritu Santo, que nos capacita para llevar una vida que agrada a Dios.

Cuando te sientas herido por la falta de gratitud de alguien, recuerda las veces que tú mismo has sido ingrato con Dios. No permitas que las acciones y comportamientos de los demás te desanimen o te impidan seguir sirviendo. Recuerda que, como se menciona en Salmo 126:5, "Los que siembran con lágrimas, con regocijo segarán".

Que el amor de Dios llene tu corazón y te bendiga abundantemente.

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